En mi caso fui siempre muy fan de los androides de Marvel: Visión es sin duda mi preferido, claro, pero también Yocasta me fascinaba, y cómo no, El Hombre Máquina.
Marvel fue pionera en plantear un debate abierto apenas unas décadas antes en la ciencia ficción literaria: los límites de la humanidad misma; hasta qué punto un robot, un ser artificial, podía no solo estar dotado de inteligencia sino ser considerado humano. Tratado en sus inicios como otra alegoría más del racismo, la xenofobia y el miedo al distinto que tan bien se le daba a Marvel, no hubo duda ni tembló la mano en ir más allá, y el trasunto metafísico aquí es de primer nivel.
Si la autoconsciencia atormentaba ya a HAL 9000, también suponía un conflicto para Visión, que lo vivía con un muy humano sentimiento de culpa, aderezado de no menos humana incertidumbre.
Cierto es que Robotman, de la Doom Patrol de DC Comics, es anterior; pero Cliff Steele es un cerebro humano atrapado en un cuerpo robótico, y sus padecimientos son más cercanos a los de Ben Grimm que a los de Machine Man. También la Antorcha Humana original de la Golden Age es un androide, pero tal y como lo recuerdo dicha condición era prácticamente un «mcguffin» para el planteamiento del personaje, que a continuación se desenvolvía plenamente como un humano.
Y es verdad también, claro que sí, que está Tornado Rojo, que es otro de mis apreciados androides. Pero aunque sus inquietudes humanas eran similares a las de Visión, no sé si fueron posteriores (aunque su creación fuera ligeramente anterior: Tornado Rojo y La Visión son ambos de 1968, uno de agosto y el otro de octubre). Y desde luego plantear las relaciones amorosas e incluso matrimoniales, en el caso de La Visión, sí me parece bastante osado en un tebeo sellado con el Comics Code…
Los Metal Men son otra cuestión distinta, de 1962 y leo que Platino (una de los androides) creía ser humana y estaba enamorada de su creador. No sé con qué profundidad se plantearían estas inquietudes, pero está claro que serían un precedente. El tema no era tanto nuevo, como novedosa y valiente la forma de abordarlo por Roy Thomas y Steve Englehart…
Es el conflicto existencial y social el que nos trae Roy Thomas, y en el que abundan muchos autores posteriores. Visión además es «hijo» de Ultrón, robot también inteligente pero con un trauma más edípico, obsesionado con matar al padre y casarse con su madre, La Avispa. Así surge Yocasta, con un origen de Novia de Frankenstein, pero con una humanidad creciente que deriva en la incomodidad de estar en tierra de nadie, ser un «tertium genus» entre el robot utilitarista y el ser humano.
Todos estos personajes, como ocurría con los mutantes, generaban una empatía inmediata en nosotros, lectores adolescentes, que también estábamos desarrollando nuestra propia y personal cosmovisión y asumiendo lo que suponía convertirte en un individuo adulto; igual y diferente al resto, integrado y desubicado a partes iguales, autónomo pero profundamente dependiente, aún entonces, de la opinión de los demás. Como la Visión, como Yocasta, como Machine Man.
Así que el combate del Hombre Máquina contra el perverso Iron Man del año 2020, lo vivíamos como propio: su victoria es la misma emancipación y autoafirmación del yo adulto que nosotros teníamos por delante.
Víctor Martínez








